SOLUCIÓN SIN RESPUESTA,de MegaGrupo de Relatos, disponible aquí mismo
Al igual que mi anterior colaboración en MegaGrupo de Relatos, SINIESTRO, podéis leer aquí otra titulada:
Estos relatos están bajo una licencia de Creative Commons.
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SOLUCIÓN SIN RESPUESTA
De entre las miles de respuestas acumuladas a su alrededor, Delia extrajo una pregunta: aprisionó, entre el pulgar y el índice, la esquina del signo de interrogación inicial y la fue jalando hacia arriba hasta que quedó frente a sí. La frase suspendida se balanceó brevemente de un lado al otro, mientras ella se cercioraba de que estuviera intacta. "Ahí está", exclamó y acarició con un dedo el punto que cerraba la interrogante. "¡Taimado!, siempre oculto bajo el signo que continúa, nunca das por terminada la historia". La historia, repitió mentalmente Delia...
[J. Javier]
Pero casualmente o no, eso era realmente lo que sucedía; la historia nunca acababa. Daba igual que la persona que observaba en ese preciso momento se llamara Delia que cualquier otro nombre, la historia no tiene, nunca ha tenido - ni tendrá - principio ni fin. Por eso, la pregunta que ahora ella sostenía en la mano no era en realidad más que una declaración de intenciones, un querer saber hacia donde se dirigía ahora esa narración. En ese mismo momento, Delia se dio cuenta de que ella no era más que un actor en aquellos sucesos, que tal vez ni siquiera existiese para el mundo real fuera de aquella red de preguntas y respuestas; tenía la extraña sensación de que la pregunta, en realidad, la había elegido a ella, como cuando un prestidigitador te hace elegir la carta que él desea, haciéndote creer que tu elección es libre y voluntaria. Asustada ante tales pensamientos, dejó caer la pregunta que había extraído, y ésta se hizo añicos, fundiéndose con el polvo que tapizaba el suelo de la estancia donde se encontraba Delia, reminiscencia de otras historias sin principio ni fin.
[Agueda]
La pregunta, que había caído sobre el polvo del entablado hizo un esfuerzo grande y logró tomar forma, se arrastró hasta el espejo de pared y cuando miró su reflejo en la luna de cristal lanzó una carcajada cristalina logrando que Delia se inclinara para buscarla.
Delia, que se había dado cuenta que no era más que un detalle en el arte de la creación derramó una lágrima que el signo de interrogación recogió con elegancia. Delia se arrodilló para tomarlo entre sus manos y mirándolo con ojos sorprendidos, le dijo:
-Nunca me vas a abandonar, tengo que hacerme la idea de que viviré contigo revoloteando en mi cabeza.
La pregunta sonrió y le estampó un beso en la mejilla colorada de Delia que se movía entre las miles de respuestas que tenía a su alrededor.
[J. Javier]
Pero casualmente o no, eso era realmente lo que sucedía; la historia nunca acababa. Daba igual que la persona que observaba en ese preciso momento se llamara Delia que cualquier otro nombre, la historia no tiene, nunca ha tenido - ni tendrá - principio ni fin. Por eso, la pregunta que ahora ella sostenía en la mano no era en realidad más que una declaración de intenciones, un querer saber hacia donde se dirigía ahora esa narración. En ese mismo momento, Delia se dio cuenta de que ella no era más que un actor en aquellos sucesos, que tal vez ni siquiera existiese para el mundo real fuera de aquella red de preguntas y respuestas; tenía la extraña sensación de que la pregunta, en realidad, la había elegido a ella, como cuando un prestidigitador te hace elegir la carta que él desea, haciéndote creer que tu elección es libre y voluntaria. Asustada ante tales pensamientos, dejó caer la pregunta que había extraído, y ésta se hizo añicos, fundiéndose con el polvo que tapizaba el suelo de la estancia donde se encontraba Delia, reminiscencia de otras historias sin principio ni fin.
[Agueda]
La pregunta, que había caído sobre el polvo del entablado hizo un esfuerzo grande y logró tomar forma, se arrastró hasta el espejo de pared y cuando miró su reflejo en la luna de cristal lanzó una carcajada cristalina logrando que Delia se inclinara para buscarla.
Delia, que se había dado cuenta que no era más que un detalle en el arte de la creación derramó una lágrima que el signo de interrogación recogió con elegancia. Delia se arrodilló para tomarlo entre sus manos y mirándolo con ojos sorprendidos, le dijo:
-Nunca me vas a abandonar, tengo que hacerme la idea de que viviré contigo revoloteando en mi cabeza.
La pregunta sonrió y le estampó un beso en la mejilla colorada de Delia que se movía entre las miles de respuestas que tenía a su alrededor.
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