FRIALDAD (microrrelato)
Ya todo es efímero.
La frialdad de una glaciación acompaña a las almas condenadas a la eterna congoja.
Un pájaro canta sobre una vieja gramola, y su canto se reproduce con inexacta pulcritud a merced de las ondas de un estanque cercano.
Nadie entiende nada, pregona un viejo alguacil; pero aún así, la ciudad de los bandos inertes convoca a sus habitantes a una vieja tradición. Y los ciudadanos responden casi automáticamente, como si la eternidad les pesara sobre cada uno de sus miembros.
Y, sin embargo, la vieja gramola sigue desgranando sus pulcros chirridos sobre las olas del estanque, como queriendo explicar que ya todo es efímero, y la eterna congoja nos alcanzará con su inexacta e inmerecida frialdad.
La frialdad de una glaciación acompaña a las almas condenadas a la eterna congoja.
Un pájaro canta sobre una vieja gramola, y su canto se reproduce con inexacta pulcritud a merced de las ondas de un estanque cercano.
Nadie entiende nada, pregona un viejo alguacil; pero aún así, la ciudad de los bandos inertes convoca a sus habitantes a una vieja tradición. Y los ciudadanos responden casi automáticamente, como si la eternidad les pesara sobre cada uno de sus miembros.
Y, sin embargo, la vieja gramola sigue desgranando sus pulcros chirridos sobre las olas del estanque, como queriendo explicar que ya todo es efímero, y la eterna congoja nos alcanzará con su inexacta e inmerecida frialdad.
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