¿Somos los aficionados a la CiFi/Fantástico más reacios a desprendernos de nuestros libros?

 Hace poco, la propietaria  (Merche) de la  Librería Circe de Puerto de Sagunto, librería de segunda mano e intercambio, me dijo que los aficionados a la ciencia ficción somos muy (¿los más?) reacios a desprendernos de nuestros libros, ya sea para cambiar, vender, etc. Mi mujer que estaba presente  lo confirmó. Y eso me llevó a pensar dos cosas: si es verdad y, en caso de serlo, el porqué. No tengo datos sobre la veracidad, ni estudios generales sobre el porqué, solo puedo hablar de m caso. Y puede que sea verdad, pero el caso es que tampoco me quiero desprender de mis cómics, ni de muchos de mis libros no ciencia ficción. Sin embargo, el caso es que no hace mucho doné dos cajas enteras de libros y cómics...

Lo atribuyo a varios factores:

-Como he sido lector desde siempre, podría decirse, (igual aquí está una de las claves, la iniciación, proceso y hábitos de lectura), evidentemente hubo épocas en las que no disponía del dinero necesario, y recurría al intercambio en el puesto del mercado que tenía el propietario de una librería. Ya demás mayor, ahorraba los fines de semana, me quedaba varios sin salir para poder comprar libros. En el caso del intercambio, me apenaba deshacerme de ellos, pero sino lo hacía me quedaba sin lecturas nuevas una temporada. Ahí entra el tema de los hábitos de lectura y todo eso. En el caso de ahorrar para comprarme libros en vez de salir muchos fines de semana, pues lo mismo; prefería leer que irme de fiesta. 


-La escasez de material de ciencia ficción existente en ciertas épocas, sumado a lo mal vista que estaba la "literatura de evasión" (incluyo los cómics). De esto ya he hablado en otras ocasiones, pero vale la pena recordar que los pocos libros del género que encontraba solían ser de colecciones generalistas, que publicaban a a los muy comerciales, y de ahí no se salía (Asimov, Clarke, Heinlein...).  También me refiero con esto a la extinta Círculo de Lectores (que además, en ese género, tenía precios a veces superiores -por la edición- que lo que podías conseguir en kioskos o librerías). Más adelante aparecieron colecciones más asequibles (unas más que otras), pero que a menudo me eran difíciles de conseguir (como ejemplo, algunos Ultramar los conseguí de saldo en la extinta revista/catálogo Discoplay.


-Y una mezcla de los dos puntos anteriores, pues aún sabiendo donde podía conseguir algunos, podría ser que, por circunstancias, no pudiera acceder más que muy ocasionalmente.

Hablo, claro está, de una cierta época, en la que se juntó mi infancia y juventud, con una mala aceptación del género por el público en general, y en una ciudad pequeña. Esas son las razones por las que yo, al menos, soy un tanto reacio a desprenderme de un cierto material.

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