RELATO: COSTAS (tercera parte de Viajes y Caos)
La continuación al relato VIAJES Y CAOS, aparecido en NGC 3660 bajo el nombre de EN LAS MAREAS MECÁNICO CUÁNTICAS.
III.- COSTAS
Alas oscuras, de tristeza infinita, cruzan el caos.
Oscuras palabras, de desesperación sin medida, hablan a la noche final.
Espacio y tiempo se confunden, se disculpan, y siguen su marcha, sin mirar atrás, sin consciencia de lo que ocurre a sus espaldas, de lo que dejan atrás; una desesperación infinita, una tristeza sin medida.
Negros pensamientos irradian desde una lejana aurora. La inaudita tintura del alma oscura persigue nuestra esencia envuelta en argón, sin poder alcanzarla jamás, sin poder perderla de vista nunca. Y el mar de estrellas aleja sus costas algo más, dejándonos un poco más solos en nuestra esfera de similitudes. Una taciturna ave grazna sobre la ausencia de todo pensamiento cabal, mientras los evos recorren la distancia que los separan de las eras cósmicas, cosmogónicas.
El rumor de la costa resuena en nuestra triste mirada, evocando ecos de una majestuosidad apenas recordada, mientras el tiempo se aleja por la vía de los pensamientos ajenos, y el tren de los mesones acelerados descarrila al borde de nuestras consciencias. Nos deja huérfanos de conocimientos, anegados de incertezas estelares, mientras buscamos un sistema de referencia que haga nuestra vida un poco menos caótica. Pero un eje de coordenadas ha partido ya en busca de incógnitas que resolver, de enigmas que replantear, de evoluciones que supervisar.
Un ordenador orgánico de espirales proteínicas conforma al último ser de la galaxia, mientras que los enlaces entre electrones del mismo par forman estrellas en descomposición áurea permanente. Luminosos senderos entre los filamentos de la noche describen secuencias de filogenias, negando la oscuridad del alma que habíamos profetizado.
Y un viento estelar se levanta entre los mundos, despeinando las cabelleras de los cometas, empujando los guijarros cósmicos más allá de las bahías espaciales.
Profundos surcos reflejan el paso de los meteoros, dando paso a una astrología de bolsillo, mientras las incógnitas surgen y se esconden de nuevo, ante la cercanía de unas alas oscuras, un sistema de referencia binario, unas coordenadas evolutivas.
Y una vez negadas las almas oscuras, recorridos los senderos de la noche, y arribado a las bahías de las costas espaciales, todo retorna a sus incertezas de universo de bolsillo; logrado este primer paso, en el infinito se reencuentran de nuevo viejos amigos, y es el principio de todo.
Y el final de todo.
III.- COSTAS
Alas oscuras, de tristeza infinita, cruzan el caos.
Oscuras palabras, de desesperación sin medida, hablan a la noche final.
Espacio y tiempo se confunden, se disculpan, y siguen su marcha, sin mirar atrás, sin consciencia de lo que ocurre a sus espaldas, de lo que dejan atrás; una desesperación infinita, una tristeza sin medida.
Negros pensamientos irradian desde una lejana aurora. La inaudita tintura del alma oscura persigue nuestra esencia envuelta en argón, sin poder alcanzarla jamás, sin poder perderla de vista nunca. Y el mar de estrellas aleja sus costas algo más, dejándonos un poco más solos en nuestra esfera de similitudes. Una taciturna ave grazna sobre la ausencia de todo pensamiento cabal, mientras los evos recorren la distancia que los separan de las eras cósmicas, cosmogónicas.
El rumor de la costa resuena en nuestra triste mirada, evocando ecos de una majestuosidad apenas recordada, mientras el tiempo se aleja por la vía de los pensamientos ajenos, y el tren de los mesones acelerados descarrila al borde de nuestras consciencias. Nos deja huérfanos de conocimientos, anegados de incertezas estelares, mientras buscamos un sistema de referencia que haga nuestra vida un poco menos caótica. Pero un eje de coordenadas ha partido ya en busca de incógnitas que resolver, de enigmas que replantear, de evoluciones que supervisar.
Un ordenador orgánico de espirales proteínicas conforma al último ser de la galaxia, mientras que los enlaces entre electrones del mismo par forman estrellas en descomposición áurea permanente. Luminosos senderos entre los filamentos de la noche describen secuencias de filogenias, negando la oscuridad del alma que habíamos profetizado.
Y un viento estelar se levanta entre los mundos, despeinando las cabelleras de los cometas, empujando los guijarros cósmicos más allá de las bahías espaciales.
Profundos surcos reflejan el paso de los meteoros, dando paso a una astrología de bolsillo, mientras las incógnitas surgen y se esconden de nuevo, ante la cercanía de unas alas oscuras, un sistema de referencia binario, unas coordenadas evolutivas.
Y una vez negadas las almas oscuras, recorridos los senderos de la noche, y arribado a las bahías de las costas espaciales, todo retorna a sus incertezas de universo de bolsillo; logrado este primer paso, en el infinito se reencuentran de nuevo viejos amigos, y es el principio de todo.
Y el final de todo.
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