Mytek el poderoso, vol. 1 (reseña)


(
reseña publicada en Anika Entre Libros)

Argumento:

El profesor Arnold Boyce construyó un robot gigante que funciona por energía solar con la forma de Mytek, el dios simio de los Akari, una tribu de África central. Sin embargo, Gogra, su malvado y ambicioso ayudante, robó al simio robótico dejando un rastro de destrucción a su paso…

Descubre las primeras aventuras de Mytek, uno de los clásicos del cómic británico más demandado por los aficionados, publicadas de forma cronológica y restauradas para la ocasión tras cuarenta años desde su última publicación. Personajes inolvidables, diversión a raudales y aventuras frenéticas donde cualquier cosa podía pasar gracias al talento de dos leyendas como Tom Tuly y Eric Bradbury.



Opinión:

Resulta curioso que algunas de las habilidades y trucos del Mechani-Kong, tanto de la serie de 1966 a 1969 "The King Kong Show", como de la película de 1967 "King Kong Scapes", tales como superfuerza, luces de alta intensidad en los ojos, accesorios en la cintura para transportar objetos, etc., ya aparecieran en esta serie publicada entre 1964 y 1970. Porque por aquel entonces no había todavía muchos "mechas" en los cómics ni en las pantallas, y los "kaijus" se circunscribían prácticamente a los aparecidos en las películas de Godzilla (y sus derivados, como ya comentamos en la reseña de "Monstruos del cine japonés"), y en las de King Kong.

Por todo ello, la idea de Tom Tully de un simio robot gigante controlado desde una cúpula en su cabeza, con un computador que guiase sus movimientos, con paneles solares ocultos para recargar las baterías, y otra serie de "habilidades" que iremos viendo durante el desarrollo de la serie, pues parecía o una absoluta locura, o una idea genial para una nueva serie de acción y aventuras. Como digo, hay que recordar que era el año 1964, y hasta ese momento no existía la abundancia de mechas, kaijus, etc. que se produjo después y que perdura hasta nuestros días.

Recordemos también, como ya comentamos en la reseña de "Black Max", que la sobrecarga de trabajo de los trabajadores de los semanarios juveniles británicos hacía que las sucesivas entregas de las series fueran, en gran medida, improvisadas, dado que cada autor se hacía cargo, frecuentemente, de varias de esas series. Además, siguiendo lo que casi era un modelo en esas series, el protagonista comenzaba siendo un villano, para poco a poco decantarse hacia el lado del bien. En este caso, no sé si eso pasará, al menos en este tomo no; sin embargo, en realidad pasa casi al contrario; el robot se crea para establecer la paz entre tribus, como una fuerza del bien, pero en escasas páginas es robado por un ser maligno, que lo utiliza para el mal. Todo ello en pocas páginas, en realidad en pocas viñetas.

Prima la acción, en apenas dos páginas semanales, a veces dos y media, los autores debían ofrecer una buena ración de acción y dejar la escena preparada para la siguiente entrega. Eso lleva, como digo, a acción a raudales, a encarar la idea y la construcción del robot en unas cuantas viñetas para encararla inmediatamente, sin decaer en ningún momento, haciendo que no podamos dejar de leer, atentos a los nuevos trucos del robot y cómo pueden hacerle frente los que a él se oponen.

Todo ello sería casi en vano sin un adecuado ilustrador. En este caso, no solo es que sea adecuado, sino que engrandece la obra. A los lápices encontramos a Eric Bradbury, artista del que ya hablamos en la reseña de Black Max, obra posterior a la que nos ocupa. Sumado a todo lo que dijimos de Bradbury entonces, le sumamos aquí una amplia serie de registros que hacen que los guiones de Tully adquieran mayor dimensión. Toda la acción presente está perfectamente representada, todas las secuencias se encuentran perfectamente retratadas, haciendo que el nivel de terror, de destrucción, se vea fielmente escenificado.

Encontraremos planos abiertos que nos muestran el sendero de destrucción del simio, picados y contrapicados para hacernos partícipes de la magnitud, del tamaño del robot y de su camino de desolación, primeros planos de los diferentes personajes mostrando sus sentimientos (terror, locura, determinación...); pero también veremos fielmente representados diferente material bélico moderno (y bárbaro), escenas de batallas, tanto con lanzas y otras armas de las tribus africanas, como en alta mar, por el aire, etc. Es decir, Bradbury nos detalla con toda fidelidad, a modo de secuencias cinematográficas (esa sería la mejor comparativa, la de un telefilme) toda la acción, toda la aventura, las batallas, los sentimientos de los personajes presentes en los guiones de Tully; cabe preguntarse cuánto se encuentra en los guiones, y cuánto es aportación directa del ilustrador.

Para acabar, y como ya he dicho antes, una obra que me mantenía pegado a sus páginas (imaginad tener que esperar una semana entre cada entrega) viendo si los "buenos" eran capaces de parar al simio robot, y/o cómo se escaparía este; o al contrario, cómo escaparían aquellos del terror de Mytek.

Por cierto, cuando la aventura se ampliaba media página más, la presente edición de DOLMEN ha optado por dejar en la media sobrante los anuncios originales de la versión británica de revistas del mismo sello, juguetes, golosinas, etc. Eso, personalmente, me ha gustado bastante.

 

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