EL HIJO DEL HOMBRE, de Félix Ballesteros Rivas(reseña)
Contraportada: “Podría decirse que la odisea de la especie tuvo su inicio con el robo de ‘Las damas en azul’, un cuadro que, en su día, había adornado los salones del Palacio de Knosos, junto con los toros del Laberinto del Minotauro y que quedó enterrado por más de tres milenios.
Un hurto, respetuoso con este símbolo artístico de la supervivencia que ni la catástrofe del 1450 antes de Cristo pudo arrebatar a los hombres y, que hoy parte con ellos a las estrellas, por ser más valioso que cualquier capullo de hibernación.
Félix Ballesteros Rivas es Ingeniero Superior de Telecomunicaciones. Ha trabajado en la empresa privada en diversos cargos de responsabilidad. También ha impartido cursos de nuevas tecnologías en la Universidad Complutense de Madrid. Es una figura emergente y renovadora dentro de los géneros literarios de novela negra y de ciencia ficción.
Fecha publicación: 24-03-2011
Colección: Libro Andrómeda, núm. 19
(reseña aparecida en PLANETAS PROHIBIDOS 2: revista de ciencia ficción, fantasía y terror)
Cuando el editor, Claudio Landete Anaya, me dijo que iba a enviarme esta novela específicamente, y me preguntó si me gustaba la cifi hard, temí por lo que pudiera recibir. Y el caso es que mi contestación fue que sí, pues realmente, me gusta. Y también la no hard. Me explico: me gusta la buena cifi (y la buena literatura en general), ya sea C (científica) o L (literaria). Pero recientemente había tenido alguna mala experiencia con la “C”, y estaba un poco temeroso de qué me podía encontrar ahora. Sin embargo, el uso de ciencia ficción dura es aquí muy moderado, limitándose a describir el funcionamiento de las naves en las que se llevará a cabo la odisea de la humanidad, y a ciertos intercambios de información en unos momentos de una investigación. Por tanto, la parte de la “C” no tiene porqué asustar a los que huyen de ese tipo de literatura, pues realmente aquí no es más que un recurso del escritor, no una sucesión de teorías científicas, como a veces –desgraciadamente– puede suceder.
La novela trata sobre una odisea de la humanidad; en 126 años, un asteroide tornará imposible la vida en todo el Sistema Solar. Por tanto, la humanidad dispone de ese tiempo para poner en marcha un plan para salir del mismo, encontrar un hábitat adecuado para la vida, y establecerse; pero el ser humano nunca ha salido a las estrellas, y no sabe lo que puede encontrarse ahí afuera, ni siquiera si encontrará algo…
Una de las cosas que me gustó es que se plantea ese escenario casi como si fuera ahora, no en un hipotético futuro; es casi como si nos pasara ahora, como si ahora mismo supiéramos que tenemos poco más de siglo y cuarto para encontrar una solución a la supervivencia de la humanidad fuera de nuestro propio sistema. Una ínfima parte de la humanidad, claro está, con las tecnologías que se podrían desarrollar a partir de ese momento.
Cada “capítulo” comienza con citas sacadas de diferentes libros religiosos (Evangelio Armenio de la Infancia, Kata Upanishad, Biblia,… excepto uno que comienza con un extracto de Aceituneros, de Miguel Hernández). Y evidentemente, las citas son escogidas porque El Hijo del Hombre siempre se relaciona con la religión, en la que puede ser tanto el Mesías, como los santos, incluso según acepciones, el mismo hombre (como sinónimo poético del mismo).
El protagonista, Doménico, navegante, de larga tradición familiar, se denomina a sí mismo como un kallikanzaros, esto es, un dios-demonio de la mitología griega; y lo que al principo parece una broma, parece que no lo es tanto durante el desarrollo de la novela, apareciendo algunos datos que lo pueden llegar a corroborar. Y eso es importante porque, curiosamente, casualmente o no, ese kallikanzaros será uno de los encargados de llevar a la humanidad en busca de un nuevo hogar; y, además, se convertirá en la consciencia del Hijo del Hombre (o, aceptando las definiciones dadas anteriormente, de los Hijos del Hombre), el mediador entre el Hombre y sus Hijos…
Porque es difícil reseñar esta novela sin caer en spoilers; incluso en la sinopsis sólo se habla brevemente de la odisea de la especie.
Como digo más arriba, una enorme catástrofe va a asolar el sistema solar, y la humanidad debe prepararse para su mayor aventura. Desde el principio, se sabe que sólo una ínfima porción tendrá la oportunidad de, al menos, subir en las naves que abandonarán el sistema; porque es el mayor reto al que se ha enfrentado el ser humano, y nadie puede saber qué sucederá.
Inevitablemente, esto lleva a años y años de enfrentamientos entre pueblos, naciones, razas, grupos religiosos, etc, hasta que finalmente, diezmados, se logra establecer un acuerdo de colaboración. Al final, establecido los que gozarán de la oportunidad, estos lo harán hibernados en flotas de naves agrupadas geopolíticamente (e incluso religiosamente) hasta que encuentren algún planeta habitable. Sólo los navegantes, y algunos de los técnicos y políticos serán despertados regularmente. Pero el viaje dura miles de años, algo de lo que sólo pueden ser conscientes los pocos que son despertados cada cierto tiempo; de repente, algo empieza a funcionar mal, las viejas rivalidades geopolíticas y religiosas se entremezclan con temas personales, lo que conlleva a extrañas situaciones. Y Doménico, el navegante, el kallikanzaros, es el primero (el único) en darse cuenta y, con la ayuda de uno de los “políticos” de la flota, y de la mujer a la que está ligado, debe de solucionar el asunto. Una vez solucionado el problema principal, las consecuencias de lo que descubren, sin ser malas de por sí, plantean algunos problemas e interrogantes que han de solucionarse, si se quiere llevar a buen término la misión inicial… que no es ni más ni menos que la supervivencia de la humanidad… y del Hijo del Hombre.
Bien, más o menos esa es la trama, muy resumida para evitar caer en spoilers.
Por que el libro, siendo autoconclusivo, podría expandirse en varias tramas, bien aumentando considerablemente el número de páginas, bien dando lugar a una serie. Porque hay varias tramas de las que nos gustaría ver un futuro desarrollo, cosas que, a pesar de acabar en esta novela, dejan la posibilidad abierta para desarrollarlas en futuros libros; el tema de las naves, la colonia humana “perdida”, la inteligencia que detectan durante el viaje, el desarrollo de la humanidad en suelo ajeno, algún personaje que interviene testimonialmente, pero que por algo deben de haberlo presentado, etc. Porque reitero que la novela tiene un final que podríamos considerar cerrado pero, que a la vez, permite desarrollar varios temas en un futuro dentro de este mismo “universo”.
En fin, una buena novela, digna ganadora del Premio Andrómeda. Pero, al igual que comenté en otro momento y lugar de un volumen anterior de Libro Andrómeda, las portadas dejan un poco que desear. En este caso, porque no le veo relación con lo que vienen en el interior. Pero bueno, supongo que los editores tendrán sus motivos, y optarán por la mejor de las opciones que barajan.
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