Gotham City y las películas de Batman

 En pleno estreno de Flash (Flashpoint), y en previsión de una posible reseña en breve, un artículo sobre uno de los elementos, para mí, esenciales de las películas de Btaman 


Gotham City y las películas de Batman

(El presente artículo fue escrito para una antología en la que varios autores íbamos a dar a conocer cual es nuestro “Batman favorito” y porqué. Dicha antología no vio la luz y, en su momento, el artículo se publicó en la revista Planetas Prohibidos; Posteriormente, debidamente revisado y actualizado se publicó en el blog Culturetas Selectivos. Como el blog ha dejado de funcionar, y lo más seguro es que en breve desaparezca, lo rescato aquí, donde lo he estado buscando pero parece ser que no lo llegué a publicar).

Como casi creador que pone sus manos sobre un personaje, una historia, una franquicia en definitiva, quiere dejar su huella, de cada personaje existen variedad de versiones, casi una por cada autor que ha trabajado con él. Batman, que nació en 1939, un escaso año después que Superman, y que consiguió su propia revista en 1940, es evidentemente uno de estos personajes que comentamos. El mundo del cómic superheroico podría considerarse más proclive a esta marea de cambios, dado que son personajes franquicia, algunos con más de 80 años de historia, muchas veces ininterrumpida.

En el caso de Batman, que es el que nos ocupa, al igual que todos los demás (pero este tal vez por ciertas circunstancias especiales que lo rodean) tal vez esto pueda haber sido más acusado.

Han existido, en lo que podríamos considerar continuidad oficial, innumerables versiones del hombre murciélago, durante los más de 80 años de su virtual existencia en las páginas de los cómics. Ha sido un simple luchador enmascarado contra la delincuencia más típica, el mejor detective del mundo, el más duro e implacable vengador al margen de la policía, ha liderado supergrupos en los que él ha sido uno de los miembros de menor poder, ha luchado al lado, y en contra, de dioses, se ha convertido él mismo en un dios, ha muerto y resucitado, ha estado perdido en el tiempo, ha sido el más solitario de los héroes, y el que más aliados ha tenido… Infinidad de personalidades, dependiendo del momento, de la época, de los gustos de los lectores, y de las tendencias de cada guionista, o editor.

Una de las épocas para mí más atractivas sería la de los cómics de Alan Grant y Norm Beyfrogle, en las páginas de Detective Cómics, a finales de los años ochenta y los primeros noventa. Evidentemente, hay que nombrar algunas de las obras cumbre dentro de la mitología de Batman, como pueden ser las obras de Frank Miller “Año Uno” y “El regreso del caballero oscuro” (y, debo confesar, a mí me gustó la continuación de esta, “El contraataque del caballero oscuro”), y “La broma asesina”, obra de Alan Moore y Brian Bolland. Tampoco se puede dejar de nombrar a la serie animada de Bruce Timm, que en su momento representó lo mejor de las series de animación, y que dio el pistoletazo de salida a este renovado género.

Pero nos dejaríamos grandes épocas y a grandes autores en el tintero; sólo por nombrar a los más recientes, Grant Morrison, Scott Snyder, Greg Capullo, Peter J. Tomasi… o más “clásicos” como pudieran ser Neal Adams (con cuyo dibujo podría considerarse que cambió la concepción más realista del Hombre Murciélago), Dennis O´Neil, etc.

Por todo ello, por no elegir una época, o un arco argumental, o una novela gráfica o unos autores dentro de la enorme cantidad de nombres que saldrían, permitidme que hable como mi “Batman preferido” el de las películas de Tim Burton, en especial la primera.

A continuación, expondré el porqué de esta elección:

El interés que despertó, al menos en mí el estreno de “Batman”, de Tim Burton en 1989, fue porque desde 1978, con el estreno de “Superman”, de Richard Donner (y tal vez Superman II, en 1980), no se había vuelto a ver una buena película de superhéroes. No es que no existieran películas del género y series de televisión y de animación, sino que la calidad de todas ellas era bastante, por decirlo suavemente, mediocre. Pero podría decirse que era lo que había, y por eso en “Superman” casi resultó cierto lo que decía su publicidad: “usted creerá que un hombre puede volar”.

En cine, hasta el año del estreno de “Batman”, se habían estrenado películas basadas en superhéroes, o en personajes de cómic tales como:

Flash Gordon” (1980, a pesar de contar con reconocidos intérpretes, es prácticamente más famosa por la banda sonora de Queen); “La Cosa del Pantano”, de Wess Craven, 1982; “Conan, el Bárbaro”, dirigida en 1982 por John Millius, escrita por él mismo y por Oliver Stone, con Arnold Schwarzzeneger como Conan —sé que su inclusión aquí será polémica, pero personalmente la considero una pésima adaptación. Su continuación, “Conan el Destructor” es aún peor, a pesar de estar escrita por Roy Thomas y Gerry Conway—; “Supergirl” (1984; obviamente, subiéndose al carro de su primo Superman); “Masters del Universo” (1987. Con Dolph Lundgren, de la serie de dibujos basados en los muñecos que en principio iban a representar la película de Conan); “The Punisher/El Vengador” (traducción española, en vez de El Castigador, de 1989 y con Dolph Lundgren también), etc.

También se dio el caso de utilizar capítulos piloto de las series de superhéroes, o algún capítulo especial de dichas series, como película para los cines, aprovechando algún momento de boom, ya sea por la propia popularidad de la serie de televisión, o por algún hecho relacionado con la serie de cómics en la que se basaban. Películas/Capítulos de “Batman” (el Batman “camp” de los sesenta, interpretado por Adam West), “The Amazing Spiderman”, de finales de los setenta, interpretado por Nicholas Hammond, “The Incredible Hulk”, interpretado por Bill Bixby y Lou Ferrigno, (1977-1982), “Wonder Woman”, con Linda Carter como protagonista, también a finales de los años setenta, etc.

Pero claro, ni la tecnología, ni el presupuesto de las series de televisión estaba, ni podía estar, a la altura de las películas de cine, con lo que en formato televisivo podría tener un cierto pase, por el hecho de poder ver a los personajes de los cómics en carne y hueso, a la hora de trasvasarlos a la gran pantalla los resultados solían ser decepcionantes. Porque como comentaba un poco más arriba, a veces se trataba de pasar a cine directamente capítulos un poco más largos y autoconclusivos, mientras que otras veces sí que se realizaban verdaderas películas pero que, evidentemente, seguían el tono y la trama de las serie televisivas madres.

Todo ello hacía que el género de películas basadas en cómics no tuviese gran aceptación entre el público en general, dado lo mediocre de lo exhibido en los cines; y aún entre los propios aficionados a los cómics, y seguidores de las series de televisión, no acababa de cuajar el tema de lo exhibido en las salas de cine.

Por eso, en su momento, “Superman”, de Richard Donner (y guión de Mario Puzo) supuso una nueva forma de hacer cine de superhéroes, una especie de “revelación” para los lectores de cómic. Pero, lamentablemente, tuvimos que esperar hasta el estreno de “Batman”, de Tim Burton, más de diez años después, para poder asistir a otra digna película de superhéroes.

Además, años antes, la editorial que en España publicaba los cómics de DC, anunciaba las posibles películas de superhéroes (recordemos que era la época en que Internet no existía, y las noticias las leíamos en las diferentes secciones de los cómics, que incluían noticias editoriales, cartas de los lectores, noticias del mundo del cine, etc). Cuando se habló de una posible película de Batman, la rumorología se fue extendiendo, así como las peticiones de los fans; y uno de los “sueños” de los seguidores del murciélago fue que Jack Nicholson llegara a interpretar el personaje de The Joker… en caso de que la película llegara a realizarse, que se incluyera al personaje en ella, que el actor accediese… demasiados condicionantes como para que se hiciera todo realidad. Y, como sabemos, el sueño se hizo realidad. Recordad que todo esto se daba a mediados de los años 80, y aunque Tim Burton era un director poco conocido en la época, la elección de Nicholson para el papel nos pareció acertadísima a todos (o al menos a la mayoría, por las reacciones que podíamos seguir en las noticias de los cómics). Tal vez otras elecciones de dicha película no fueran, o al menos no nos lo parecieran, igual de acertadas, pero en ese momento creo que tampoco había mucha elección o margen para otras elecciones, y tanto el director como la productora tuvieron que echar mano de lo que pudieron. Porque, a diferencia de hoy en día, y con lo comentado anteriormente sobre las series de televisión, el cine de género superheroico, o simplemente el basado en el mundo del cómic, no era muy valorado, y evidentemente no atraía a grandes directores y actores.

Sin embargo, y aquí estaría la razón de porqué elijo este Batman como mi preferido, la ambientación, en general, la considera muy adecuada, rozando el excelente. Gotham City (Ciudad Gótica para los lectores más veteranos, entre los que me incluyo) siempre ha sido un personaje más en la mitología de Batman. Es la ciudad con más crimen de Estados Unidos de DC Cómics (tal vez junto a su ciudad hermana Blüdhaven), con más callejones, con una arquitectura especial y específica, que tiene su propia historia dentro de los cómics; pero así, tal cual, hay historias de Batman (o alguno de sus acompañantes/ayudantes) que nos narran la historia de la ciudad, de su fundación, de sus habitantes, de sus zonas secretas… en fin, Gotham es un personaje en sí mismo dentro del Universo Batman y, por extensión, dentro de todo el Universo DC. Porque, a diferencia del Universo Marvel, las ciudades de DC son ficticias, no son Nueva York, San Francisco, y otras reales donde residen sus protagonistas (también existen en Marvel otros lugares inventados, aunque algunos basados en lugares existentes, al menos en algún momento de la historia: LatveriaWakanda…); no, los lugares donde residen los superhéroes DC no son reales, no existen en nuestra propia realidad. Se comenta que la Tierra DC es mayor que la Tierra Marvel. En la Tierra DC los superhéroes habitan en ciudades y pueblos tales como Metrópolis, Gotham, Blüdhaven, Opal City, Central CitySmallville, etc. Por eso, las ciudades muchas veces son creadas por los guionistas como una extensión del superhéroe que las va a habitar, como un personaje más de la trama y del personaje. Así, reconocemos inmediatamente a la ciudad por su superhéroe, y viceversa. La ciudad en sí misma tiene sus propias historias, y además del juego que dan en relación a su “superhéroe residente”, también se juega en ocasiones con el contraste de sacar al héroe de su zona de confort, y enfrentarlo con un entorno que no controla y en el que sus habilidades o poderes no son tan determinantes como en su propio entorno, al que se ha adaptado y que a su vez ha adaptado.

Como ejemplo, tomemos al héroe de las sombras, de la oscuridad, el que cuenta con el temor y la superstición de los criminales para intimidarlos, Batman, y desplacémoslo de la oscura y peligrosa Gotham a la ciudad del mañana, a la luminosa, limpia y adelantada Metrópolis hogar de, entre otros, Superman. Evidentemente, no es su entorno, no están adaptados el uno a la otra. Las habilidades, los entrenamientos, el conocimiento de sus calles, etc, no le serán de excesiva ayuda en este nuevo entorno, más hostil para él que las enormemente más peligrosas calles de su ciudad de origen. Evidentemente, es un superhéroe y saldrá airoso de la situación; pero el tema aquí, es que la ciudad ha sido un elemento más de la historia, ha habido interacción con los protagonistas del título. También sería más o menos igual en el caso contrario, es decir, si sacamos a Superman de Metrópolis para enfrentarlo a los oscuros callejones de Ciudad Gótica.

He comentado hace un momento que Batman, como Bruce Wayne, decidió utilizar el miedo y las supersticiones de los criminales que pueblan su ciudad natal como arma contra ellos mismos. Por eso elige una criatura de la noche, un animal con connotaciones terroríficas, como su emblema. El murciélago, además de animal nocturno, siempre estará asociado al imaginario colectivo con Drácula y con los vampiros. La aparición de un murciélago gigantesco entre las sombras de los callejones, entre las brumas, nieblas y vapores que inundan Gotham City debía infundir temor en los corazones de quien lo presenciara. Esa era la intención de Bruce Wayne cuando decidió vengar la muerte de sus padres, y para ello contó con la particular idiosincrasia de la ciudad donde iba a actuar.

Batman nació como vengador enmascarado, y en sus primeros años portaba una pistola que no dudaba en usar. Posteriormente se desestimó el uso de armas letales para los superhéroes y, a la vez, se potenció la faceta detectivesca de Batman. También se empezó a cohesionar el futuro Universo DC, y los protagonistas comenzaron a interactuar entre ellos, incluso a asociarse. Entonces se vio la riqueza de esa Tierra ficticia, donde casi cada superhéroe habitaba una ciudad diferente, y a la que se habían habituado (o viceversa).

Con todo esto, quiero llegar a la conclusión de que tal vez mi Batman “favorito” pueda ser el de la película “Batman”, de Tim Burton. Lo digo por varias razones, algunas planteadas en los párrafos anteriores y otras, aunque sacadas de ahí, que expongo a continuación. Como he dicho, para mí Gotham City es un personaje más, y la película de Burton así lo refleja. Por el contrario, para argumentar en contraposición de algo similar, en las películas de Christopher Nolan, con sus aciertos y fallos, en los que no vamos a entrar ahora, no acierta a reflejar ese importante personaje que estamos comentando. Como he dicho en otras ocasiones, y he oído de boca de otros, el Batman de Nolan es un “James Bond con orejas”, y se ha obviado gran parte de lo que convierte a Batman en lo que es. Eso se debe a la ola de “realismo” de la que en su momento se quiso dotar a esa nueva oleada de películas de superhéroes, que opino que comenzó con la “X-Men” de Bryan Singer. Afortunadamente, posteriores películas de superhéroes, de uno y otro “bando” han demostrado que no es necesario ese excesivo realismo, y se pueden mostrar a los superhéroes, y a sus historias, más cercanos al cómic del que proceden, que al mundo real que se empeñaban en mostrarnos hace no mucho. Podemos estar de acuerdo, tal vez, en que muchas cosas del mundo del cómic no quedarían bien en pantalla (y menos en la Gran pantalla); pero de ahí a quitar gran parte de las señas de identidad de lo que se está mostrando, puede mediar un abismo. Una de las grandes imágenes del Batman de Burton es la primera aparición del héroe a espaldas de dos delincuentes; su llegada en silencio, bajando de las alturas, envuelto en bruma y tinieblas, es simplemente espectacular. Los diseños de la ciudad en dicha película dan para ello y más, son el escenario perfecto para que se mueva el Hombre Murciélago. Porque recordemos otra espectacular escena, que es la visión de la torre de la catedral donde El Joker tiene secuestrada a Vicky Vale; sólo eso, la visión de la torre, y la mirada que le echa Batman.

Cosas así son las que se echan de menos en las películas de Nolan, y en muchos momentos de los cómics (evidentemente, en 80 años tiene que haber muchos cambios). Por eso elijo a este Batman como “mi Batman”; porque es una buena película de superhéroes en una época donde estas escaseaban; porque tiene algunos aciertos en diseño, personajes, actores, ambientación, etc; por que es un compendio, un resumen, de los 50 años de historias del personaje… Como queda dicho, tiene errores, fallos y cosas que en dicha época no podían realizarse de otra manera; pero, desde mi punto de vista, es mejor que muchas del cine actual del mismo género, con muchos más medios, tecnología, presupuesto, apoyo de los fans, etc.

Todo ello puede extrapolarse a su secuela, también dirigida por Tim Burton, “Batman Returns”, pero lamentablemente no a los dos siguientes dirigidas por Joel Schumacher, lo que provocó un nuevo parón en la producción de este tipo de películas, dado el bajo nivel de las mismas, y el fracaso en todos los ámbitos de ellas.

J. Javier Arnau

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