relato: DÍA MARCADO
Este día está marcado con lápiz rojo en mi calendario.
Como muchos otros.
Es el origen de mi desgracia, la puerta de entrada de todos mis demonios. Mi alma es como un faro que atrae las desgracias, como si un ente telepático registrara mi ser en busca de maldad, corrupción...
Hace que me vuelva esquizofrénico, hipocondríaco, que mi esencia no signifique más que la de un mísero ratón, que un insecto..
Mi cuerpo falla. Mis células empiezan a morir. Mis átomos se disgregan; electrones, protones, neutrones, escapan, como propulsados por una turbina, por una hélice gigantesca.
Cojo el teléfono e intento una llamada. No puedo controlar mis manos. No puedo clarificar mis pensamientos. La vista se me apaga, se estrecha mi campo de visión; como el objetivo de una cámara, como un pequeño telescopio enfocado en una estrella, un pequeño punto focal.
Mis oídos zumban, una enorme sirena de camión... de tren... no, de un gigantesco barco.
La sangre se me escapa a borbotones, produciéndome el zumbido de oídos, la pérdida de visión, la disgregación de mis átomos.
Ya no distingo si es verdad o se debe a mi esquizofrenia.
Elegí este día para suicidarme, lo marqué con lápiz rojo en mi calendario, el que cuelga detrás de la puerta de mi camarote. El viaje en barco no me ha ayudado a aclararme, no me clarifica el origen de esta sensación.
Muerte, susurro por el teléfono cuando al otro lado de la línea alguien lo descuelga. Frenética carrera de electrones de mi boca a su oído, transformando las palabras en corriente, y viceversa.
Y muero.
Y sigo viendo mi cuerpo, mi alma lo abandona, dibujando una hermosa hélice mientras sube y asciende.
Y mientras desaparezco, pienso, absurdamente: "los ratones no tienen alma"...
Como muchos otros.
Es el origen de mi desgracia, la puerta de entrada de todos mis demonios. Mi alma es como un faro que atrae las desgracias, como si un ente telepático registrara mi ser en busca de maldad, corrupción...
Hace que me vuelva esquizofrénico, hipocondríaco, que mi esencia no signifique más que la de un mísero ratón, que un insecto..
Mi cuerpo falla. Mis células empiezan a morir. Mis átomos se disgregan; electrones, protones, neutrones, escapan, como propulsados por una turbina, por una hélice gigantesca.
Cojo el teléfono e intento una llamada. No puedo controlar mis manos. No puedo clarificar mis pensamientos. La vista se me apaga, se estrecha mi campo de visión; como el objetivo de una cámara, como un pequeño telescopio enfocado en una estrella, un pequeño punto focal.
Mis oídos zumban, una enorme sirena de camión... de tren... no, de un gigantesco barco.
La sangre se me escapa a borbotones, produciéndome el zumbido de oídos, la pérdida de visión, la disgregación de mis átomos.
Ya no distingo si es verdad o se debe a mi esquizofrenia.
Elegí este día para suicidarme, lo marqué con lápiz rojo en mi calendario, el que cuelga detrás de la puerta de mi camarote. El viaje en barco no me ha ayudado a aclararme, no me clarifica el origen de esta sensación.
Muerte, susurro por el teléfono cuando al otro lado de la línea alguien lo descuelga. Frenética carrera de electrones de mi boca a su oído, transformando las palabras en corriente, y viceversa.
Y muero.
Y sigo viendo mi cuerpo, mi alma lo abandona, dibujando una hermosa hélice mientras sube y asciende.
Y mientras desaparezco, pienso, absurdamente: "los ratones no tienen alma"...
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