relato. DIOSES DE NOSOTROS MISMOS (prosa poética)

En brazos de los Dioses de nosotros mismos, incluso el Astro Rey es un fantasma y la Luna palidece a nuestro contacto. Panteones divinos, divinidades de papel; apostamos por ellos, y nos abandonan para vanagloriarse en su decadencia.
Dioses de nuestras plegarias, divinidades impuestas. Vuestros nombres resuenan
a través de la bóveda celeste, en nombre de la teología, de la ciencia, de una iglesia destrozada por el miedo a saber, a conocer otros dioses, otras líneas de pensamiento, efímero, pero propio; al fin y al cabo Dioses impuestos, Dioses inventados, Dioses de papel y colores.

Creemos… ¿pero en qué?. En invenciones de nuestros sabios, creaciones de nuestros artistas, descubrimientos de nuestros Exploradores
En el firmamento sólo hay estrellas, en las estrellas no hay dioses, sólo seres
creados con los mismos átomos que tú y yo, los mismos átomos que dieron lugar a la creación del Universo.
La luz de las estrellas, menguante recreación de la luz de tu mirada, que tarda siglos en llegar al fondo de mi ser. Los átomos primigenios que conforman tu ser y mi ser.

Somos dioses en nuestro propio mundo; somos estrellas que eclipsan al Sol, a todos los soles. Tocamos la luna y hacemos que palidezca en presencia de los dioses. Nos vanagloriamos de su decadencia, negamos su existencia.
Fantasmas de viejos dioses aparecen ante nosotros: Dioses inventados, Dioses impuestos, Dioses de papel y colores.

Miedo a saber, a dejar volar la imaginación.
Esferas celestes, átomos primigenios, la luz de tu mirada.
Estrellas sin luz, dioses sin creyentes, decadencia del Universo.
Entropía

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