NIEBLA (relato de ciencia ficción)

(no recuerdo si este relato lo puse aquí en su momento; de todas maneras, como suelo retocarlos, por si acaso lo recupero, en caso de haber estado ya en este blog. Sí que sé que apareció en Axxon).

NIEBLA

Estoy varado en esta vieja estación espacial, acosado por fantasmas y recuerdos. Yo, que he sentido la caricia de mil soles, que he notado el Viento Estelar, que he olído el aroma de los fuegos galácticos. Que he visto estallar soles, más allá de la galaxia conocida, y he probado la miel de los mundos, y he rozado las colas de los cometas. Desde mi centro de mando, en la cabina de simulación virtual he conquistado el espacio.
Y ahora estoy aquí, sin salida, atrapado.
Parece ser que aquí he encontrado mi destino, mi fatal destino.
Mientras recorro con mis visores los oscuros rincones de este sumidero espacial, veo subir desde el muelle una niebla fría, oscura, a través de los mundos.
Espectrales cruceros espaciales despegan desde el muelle. La niebla les sigue, como jirones de su mundo natal. Los navegantes han olvidado, hace mucho tiempo ya, sus mundos, sus familias, convertidos en fantasmas antes de haber nacido por culpa de la relatividad. Pero pronto surgen en sus recuerdos al
alcanzarles la bruma de la bahía. Acosados por fantasmas en bucles infinitos; de la bahía espacial al fondo de la galaxia y vuelta por culpa del espacio-tiempo. La eternidad les persigue, pero nunca conseguirá alcanzarlos. Su sino es viajar y viajar, sin retorno, sin destino, por toda la eternidad.
Y mientras tanto, yo sigo atrapado en esta estación fantasma. Parece que éste será también mi destino eterno, no vislumbro salida alguna, ninguna señal que me haga concebir esperanza de un día poder salir de aquí.
El viento que corre entre los mundos me trae retazos de recuerdos: viejos cargueros espaciales y antiguas estaciones de suministros instaladas dentro de agujeros de gusano en desuso que flotan sobre mi cabeza.

Sumido en la desesperación, recreo una holoimagen con la esencia destilada de tu recuerdo; las estrellas parecen caer de tus ojos sobre el vórtice que hay entre mi cabeza y mi corazón, destruyendo la materia de la que están hechos los sueños del olvido. Recorro con mi pensamiento la sala de visionado donde reformulo, en formato de mapas de bits, restaurado de mis archivos, la imagen de tus sentidos. Siento tu alma recorriendo mil y una secuencias.
Los cometas pasan raudos de tu sonrisa a la mía. Y, sin embargo, sigue subiendo la fría niebla del recuerdo, que continua destruyendo la materia.
Tengo tu recuerdo entre mis manos, mientras los Arquitectos remodelan un programa en mi interior que me hará no recordar mi muerte a bordo de un carguero espacial, a través de un vórtice espacial. Cayendo, siempre cayendo, eternamente cayendo, a través de tu mirada, de tu sonrisa, sobre la niebla que va borrando mis recuerdos.
La niebla congela mi alma; los fantasmas del pasado, recuerdos de mi humanidad perdida, me acosan desde las oscuras profundidades de esta espectral estación espacial.
Hay un vórtice entre mi cabeza y mi corazón que casi no me deja recordar quien soy yo, ni quién eres tú, ni siquiera qué hago en esta estación fantasma entre los mundos. Sólo mi misión; cruzar la niebla cósmica a bordo de mi carguero espacial.
Lo último que recuerdo, mi última misión…:

Mi computadora analiza los fuegos solares por los que navegan los latidos del universo. Los vientos solares hinchan mis velas, y navego entre ellos como un latido estelar, escuchando las canciones del caos. Soy un mutante entre las estrellas, he sido creado para explorar, activado para viajar entre las galaxias. Nubes de datos saturan los receptores, y la información circula por mis cables. Mis sistemas de soporte impulsan mi ser mientras mi conciencia se queda en la nave. Fuera de ella, sólo existe el caos, la bruma que congela mi supuesta alma. Sin embargo, dentro de la nave, se queda mi “existencia”. De esa manera, mi cuerpo viaja, pero mientras tanto, mi mente explora mi ser interior. La nave es en estos momentos un simple soporte, un puente de recarga y almacén de repuestos. Mis alas me transportan a través del viento cósmico, mis impulsores me llevan más allá del Flujo Universal y mis sensores captan las Canciones del Caos. Mientras, mi mente analiza y registra todo en copias redundantes de seguridad reforzada. Sigo navegando entre los fuegos solares por mis propios medios, sin el apoyo real de la nave, circulando por los latidos del Universo, sintiendo la soledad del explorador, de un mutante creado para viajar entre el vacío y los vientos solares. Ése es mi destino eterno, ése es el fin último de mi existencia. Mi único hábitat es la soledad. Y mientras, la nave espera, en la vieja estación fantasma, entre la bruma espectral, como un simple soporte de mis funciones. Cabalgo los latidos del universo, y entre ellos, ¡encuentro la muerte, en los vórtices espaciales, en la niebla de los mundos. Ahora lo recuerdo, ahora sé qué hago en esta estación: atrapado, varado por toda la eternidad! Sólo poseo tus recuerdos. Soy un fantasma más de los que habitan esta bahía entre los mundos, como los navegantes de los espectrales cruceros espaciales. Mi cuerpo murió allí, entre los cometas, los agujeros de gusano en desuso, y antiguas estaciones de suministros".

Los Arquitectos Cósmicos reconstruyeron mi esencia vital. Ahora, el viento recorre mis venas, las estrellas iluminan mi mente y un Arco Iris formado por la expansión de gases nobles recorre la galaxia proclamando mi resurrección… acoplado a esta estación, para siempre jamás.
Gases, fluídos inertes, cables, programas de reinstalación y algoritmos forman ahora parte de mi ser. Y tú siempre estarás en mi recuerdo, sobre todas las cosas. Tu imagen velará mis sueños.
Sufro desconexiones preprogramadas para reparaciones de mantenimiento, y mientras recorro viejas carpetas que contienen tu esencia y mis sistemas siguen en funcionamiento básico con energía de bajo rendimiento, mientras tus secuencias alivian la pena de nunca poder volverte a ver.

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