ÁRBOL DE DOLOR (poesía de terror)
Parado frente al árbol del dolor
mientras la impía radiación
de lo que un día fue nuestro Sol
atraviesa sus marchitas hojas,
sus ajadas ramas,
y forma espectrales figuras
en el agostado remedo de césped
que hierve bajo mis pies,
recuerdo el día,
remomoro el instante
en que el fuego cayó del cielo
y el trueno ensordeció el mundo.
Las tumbas reposan ahora abiertas
allá donde los muertos se alzaron
pregonando la corrupta gloria
de un nuevo amanecer atómico,
una nueva no-vida
más allá de los páramos del Hades
más allá del inframundo de Horus;
carne corrupta,
almas adulteradas,
mentes degeneradas
en vicios y depravación
por la impía radiación,
el sacrílego fulgor
de aquello que sustituyó a nuestro Sol.
Recostado contra el árbol del dolor,
recuerdo el día,
porque yo estaba allí;
ayudando a salir a mis semejantes
de sus sepulturas
mientras nuestros cerebros
recibían la intensa radiación,
el impío fulgor
de aquello que creimos nuestro Sol.
mientras la impía radiación
de lo que un día fue nuestro Sol
atraviesa sus marchitas hojas,
sus ajadas ramas,
y forma espectrales figuras
en el agostado remedo de césped
que hierve bajo mis pies,
recuerdo el día,
remomoro el instante
en que el fuego cayó del cielo
y el trueno ensordeció el mundo.
Las tumbas reposan ahora abiertas
allá donde los muertos se alzaron
pregonando la corrupta gloria
de un nuevo amanecer atómico,
una nueva no-vida
más allá de los páramos del Hades
más allá del inframundo de Horus;
carne corrupta,
almas adulteradas,
mentes degeneradas
en vicios y depravación
por la impía radiación,
el sacrílego fulgor
de aquello que sustituyó a nuestro Sol.
Recostado contra el árbol del dolor,
recuerdo el día,
porque yo estaba allí;
ayudando a salir a mis semejantes
de sus sepulturas
mientras nuestros cerebros
recibían la intensa radiación,
el impío fulgor
de aquello que creimos nuestro Sol.
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